viernes, 24 de septiembre de 2010

Maroma por Canillas de Aceituno. "II Encuentro de 2 Provincias en las Alturas". Sábado 18 de Septiembre de 2010.

Comentarios y fotografías: Antonio Arana.


Este mes se celebra el "II Encuentro de 2 Provincias en las Alturas", organizado por la Dirección del Parque Natural de las Sierras Almijara, Tejeda y Alhama.

El objetivo, como en 2009, la cumbre de la Maroma. Esta vez hay tres posibles rutas de ascenso para que cada cual elija la que más se adapte a sus deseos: 1. Robledal; 2. Alcázar; y 3. Canillas de Aceituno.

La ruta por Canillas es la más dura pues hay que realizar un desnivel de 1.438 ms. Por este motivo la hemos iniciado a las 07.30 horas, mientras que por el Robledal y el Alcázar la hora de salida es a las 09.00 horas.

El grueso de nuestro grupo ascenderá por Canillas de Aceituno, mientras que algunos compañeros del mismo lo harán por las otras dos rutas para encontrarnos todos en la cumbre.

Nos hacemos una fotografía a la entrada de la Cueva de la Rávita, tras habernos reconfortado previamente bebiendo de la fuente que se encuentra a 20 ms de la misma.


Cueva de la Rávita.

Teresa, una compañera matrona del Centro de Salud de Rincón de la Victoria, madrileña, tiene mucha ilusión por ascender a la Maroma por lo que Juanlu y yo nos quedamos con ella ya que su marcha es un poco más lenta. El resto del grupo desaparece pronto en la lejanía de la sierra.


Teresa.

Al sur podemos apreciar el Peñón Fuerte de Canillas, tristemente célebre porque un adolescente del pueblo se precipitó por él hace dos años.


Peñón Fuerte de Canillas de Aceituno.

Pasamos por la Fuente Agria que se encuentra seca. Más tarde llegamos a la Proa del Barco. El día es soleado con presencia de algunas nubes que no impiden una maravillosa vista del Pantano de Viñuela que se encuentra al 76.47% de su capacidad con 130 Hm3.



Proa del Barco.

El grupo tarda 4 horas y 10 minutos en alcanzar la cumbre. Teresa, Juanlu y yo lo hacemos en 40 minutos más. Aún no han llegado los compañeros del Robledal y del Alcázar.

Hoy me acompaña mi hijo Antonio que sube esta montaña por primera vez. A primeros de año lo hizo mi hijo Carlos y ya sólo me queda "engañar" a mi hija Laura. Tal vez en la próxima ascensión a esta montaña.


Monolito de la Maroma.


Con Manuel España y Jose.

Todos nos hacemos la foto de rigor en el monolito. Los más a los pies del mismo; otros, abrazados al vértice geodésico.


Inma y Fernando.

Es también la primera Maroma de Ana y me apresuro a inmortalizarla fotográficamente.


Ana y Fernando.


Ana y su ilusión cumplida.

Tras el almuerzo nos hacemos una foto de grupo y Ricardo Salas, el Director del Parque Natural, nos dirige unas palabras. Han subido agentes forestales de Málaga y de Granada. Y, por supuesto, Emilico con sus dos mulas cargadas de bocadillos, agua, refrescos y melones para todos.


Alocución al grupo por parte de Ricardo Salas.


Antonio en la cumbre de la Maroma.

Tras el almuerzo de confraternidad, el gran grupo se desfleca regresando por las mismas rutas de ascenso. Nosotros nos acercamos antes a la profunda sima de la cumbre, en la parte oeste.



Sima de la Maroma.



El grupo caminando hacia la Proa del Barco.


Track de la ruta.



Perfil de la ruta:


Distancia recorrida: 18 km.
Desnivel: 1.438 ms.
Tiempo total: 9 horas y 30 minutos.
Dureza: alta.


Próxima ruta, sin fecha aún: Umbría-Cerro Marchamonas-Torca.

martes, 21 de septiembre de 2010

Cahorros del cauce alto del Río Higuerón. 12 de Septiembre de 2010.



Comentarios: Antonio Arana.

Fotografías: Antonio, Juanlu y Alejandro.

Tras hacer los Cahorros del Cauce Bajo del Río Higuerón y, posteriormente, la Cueva del Lobo Marino en dos ocasiones, hemos decidido terminar las rutas de agua del presente verano recorriendo el Río Higuerón hasta los Cahorros del Cauce Alto.

Me encuentro delante del ordenador con un gran dilema: colgar la ruta en el blog o no hacerlo.
¿Por qué? La respuesta hay que buscarla en otra ruta: el Río Chíllar. Ha sido tanta la publicidad que se le ha dado a este río, en la prensa, en los libros de montañas de la Axarquía y a través del "boca a boca" que hoy es prácticamente imposible disfrutar del Río Chíllar como hacíamos años atrás. Son miles de personas subiendo y bajando por el cauce a diario en verano, acompañadas de innumerables perros que hacen de este bello paraje un verdadero estercolero. A esto se añade la presencia de cientos de coches contaminando la zona, y, por supuesto, entre tantas personas, algunas que van dejando bolsas de plástico, botes de zumos y latas de refrescos por todas partes. Esto ha hecho que por primera vez en muchos años no hayamos acudido a la invitación que nos hace dicho río.

Pero hoy se trata del Río Higuerón. No quiero que se repita la misma situación en él. Si se divulga esta ruta por todos los medios, acudirán los desaprensivos. Pero, por otra parte, me gusta compartir los maravillosos rincones naturales que conozco con compañeros de otras comarcas, de otras provincias que también saben valorarlos y preservarlos de todo daño al medio. Por ellos aquí comienza la narración de la ruta.


Hemos quedado, como siempre, en el aparcamiento del Hospital Comarcal de la Axarquía. Somos 22 montañeros esta vez. Alejandro hace, como es habitual, la foto del grupo.


En el aparcamiento del hospital.

Llegamos a Frigiliana en varios coches y nos reunimos todos en la Plaza del Ingenio (altitud 307 ms). En ella ajustamos nuestras mochilas y bastones, configuramos los GPS y hacemos los últimos comentarios sobre la ruta.

Descendemos al cauce del Río Higuerón por una fuerte pendiente asfaltada. El sonido del agua que borbotea en las pequeñas cascadas rocosas comienza a deleitar nuestros oídos. Nos dirigimos al norte siguiendo el cauce. En unos minutos llegamos a un recodo desde el cual podemos apreciar una bella cascada formada al caer libre el agua de la acequia por debajo del Pozo Lízar.


Cascada.

El agua de la cascada se une a la del río por un pequeño arroyo. Aprovechamos este escenario natural para hacer las primeras fotografías.


Ana y Sandra en el arroyo de la cascada.

Con paso tranquilo, llegamos en 20 minutos desde el inicio de la ruta, al Pozo Batán (altitud 281 ms). Se trata de una enorme alberca construida en el siglo XIX junto a las ruinas de un molino de papel de estraza citado ya en documentos del año 1752. En la fabricación de dicho papel se empleaba el "bagazo" o residuo de la caña molturada.

Los más jóvenes del grupo aprovechan para darse el primer chapuzón del día, a pesar de que son sólo las 09.50 horas de la mañana.


El primer baño de Laura.

Continuamos poco después la marcha encontrando algunas pozas de aguas cristalinas. Unos van andando ya por el agua, mientras que otros intentamos sortearla saltando a derecha e izquierda del cauce para no mojarnos aún. A pocos metros del Pozo Batán, a la derecha, hemos dejado una vereda que atraviesa la Sierra de Enmedio para dirigirse a la Presa del Río Chíllar, en un largo y bonito recorrido.

En algunas zonas, el agua corre brava entre las rocas, tapizadas de carbonato cálcico.


El bullicioso discurrir del agua.

Algunos pinos caídos sobre el cauce embellecen el entorno aportando deliciosas sensaciones visuales que van impregnando constantemente nuestras retinas.


Belleza.

Al norte, podemos contemplar el Cerro Lucero (altitud 1775 ms). Y en su cumbre, observando con atención, se aprecia una pequeña mancha blanca que corresponde a una construcción de vigilancia de la Guardia Civil, de la época del maquis, actualmente en ruinas.


Cerro Lucero.

El Lucero es una de las montañas más emblemáticas de la Sierra Almijara. Llegando a Vélez desde Málaga, por la autovía, podemos apreciarlo al frente en forma de lejana pirámide. Sin embargo, por la parte sur la cumbre puntiaguda se transforma en una meseta. Es un pico al que subiremos de nuevo pronto porque un compañero ginecólogo del hospital, José Manuel Delgado, quiere hacerlo por primera vez.

Al noreste se alza la majestuosa cumbre del Cerro Cisne (altitud 1.481 ms). Es conocido también en la zona como "las Hermanitas" porque la cumbre está formada por dos picos en forma de "M".
En la parte más alta, el Grupo "Manganillo" de Vélez-Málaga colocó un buzón de montaña hace ya muchos años.


Cerro Cisne.

Pasamos por un pintoresco cahorro cuya belleza llena los rostros de sorpresa. Ya no tenemos más remedio que andar por el agua, lo cual no nos disgusta en absoluto.


Cahorro.

A las 12.00 horas nos encontramos en el cruce con el Barranco del Mármol (altitud 538 ms) que desciende a nuestra izquierda. El Cerro Pichirri (altitud 884 ms) se interpone entre dicho barranco y los cahorros a los que queremos llegar. Seguimos el cauce del río dirigiéndonos a nuestra meta. Los más jóvenes han desaparecido ya de nuestra vista. Mientras que los más viej... "veteranos"... nos reagrupamos porque a partir de aquí es necesario trabajar en equipo.


Los "veteranos".

Encontramos pozas que constituyen auténticos jacuzzis.


Jacuzzi natural.

Entramos en una zona paradisíaca que no tiene nada que envidiarle, en cuanto a paisaje, al norte de la península, a pesar de encontrarnos en la Andalucía más "seca". Se trata de una serie de seis cascadas consecutivas, muy cercanas unas de otras, que se encuentran a una altitud de 600 ms sobre el nivel del mar.

A las 12.20 horas llegamos a la Primera Cascada. En el ánimo del grupo va creciendo una sensación de "aventura" tras el recorrido más o menos llano que hemos hecho hasta aquí.


Primera Cascada.

Tras ella, en menos de un minuto nos encontramos un gran torrente de agua que se abre en forma de cola de caballo. Es la Segunda Cascada.


Segunda Cascada.


En la Segunda Cascada.

El asombro y la ilusión continúan creciendo al llegar a un estrecho cahorro cuyo paso está bloqueado por una enorme roca que dispone de una cuerda con nudos para escalarla. El agua cae por la parte derecha. Se trata de la Tercera Cascada.


Tercera Cascada.

Uno tras otro, vamos escalando la mole rocosa con algún que otro resbalón sin consecuencias importantes, aunque llevamos los codos y las piernas llenas de moratones y heridas.

Con la siguiente fotografía quiero rendir homenaje a un compañero con una gran capacitación en escalada y con un espíritu de solidaridad y de compañerismo que sólo traduce un gran corazón. Su inestimable ayuda a todos y a cada uno de los miembros del grupo, está haciendo posible que la ruta sea mucho más fácil de lo que en realidad es. Y hablo de Juanlu. Lo siento, tío..., pero es lo que pensamos todos y quiero que lo sepas...


Juanlu en la Tercera Cascada.

Los "cachorros" del grupo han vuelto al redil. Se ve que han notado en sus carnes que la cosa se va complicando y buscan la protección de los viej... ¡otra vez!... de los "veteranos"...

Al girar a la derecha, una vez escalada la roca, observamos una cascada en forma de espiral, preciosa: la Cuarta Cascada. Dispone de otra cuerda porque es imposible escalarla de frente debido a la gran fuerza del agua. Son las 12.45 horas.


Antonio en la Cuarta Cascada.


Juanlu y Sandra en la Cuarta Cascada.


Escalando la Cuarta Cascada.

Continúan apareciendo ante nuestros ojos pequeñas marmitas convertidas en bulliciosos jacuzzis, para regocijo de los más pequeños.


Laura y Desi en su jacuzzi.

A las 13.00 horas llegamos a la Quinta Cascada. Es un poco más complicada de ascender porque la roca resbala mucho. Hay que atravesar una poza de agua y subir por un estrecho canal con el agua empujando nuestras piernas hacia atrás. Pepe, el Jefe, no duda en meterse en la poza, sin apenas pensárselo. Va disfrutando porque no esperaba tanta agua en esta parte del río.


En la poza de la Quinta Cascada.


Poza de la Quinta Cascada.

Eduardo y Juanlu no paran de bromear y de empujarse, intentando arrojarse el uno al otro al agua.

Pocos minutos después llegamos a la parte final de nuestra ruta: la Sexta Cascada. Se trata de un rincón con un salto de agua que cae con gran fuerza desde unos 4 metros de altura y que ha excavado una poza de unos 2 metros de profundidad con un fuerte rebufo.


Alejandro en la Sexta Cascada.


Antonio en la Sexta Cascada.

Detrás de la cascada hay un abrigo sin salida. Para llegar a él hay que atravesar la poza nadando. Desde el abrigo se puede saltar a la poza sin dificultad.

En la siguiente foto, la cámara ha conseguido congelar la imagen del salto de Eduardo al agua. Parece que va andando sobre ella aunque no hay cosa más lejos de la realid
ad.


Eduardo saltando a la poza desde el abrigo.


En la poza de la Sexta Cascada.

Todos estamos entusiasmados ante las maravillas naturales por las que hemos pasado. Alejandro nos dice que tiene hambre y el gusanillo comienza a hacer ruído en nuestros estómagos, por lo que decidimos regresar a una zona soleada, fuera del área de las cascadas, para comer allí.

Bea sufre un percance durante el regreso, en una de las cascadas, con el resultado de un esguince del ligamento lateral de una rodilla. No puede dar un paso debido al fuerte dolor y Juanlu se la carga a cuestas: ¡46 kg a las espaldas!


El sherpa de Bea.

Encontramos una poza amplia con espacio alrededor para sentarnos y almorzar. Almuerzo compartido con las avispas que con todo descaro se posan en nuestros bocadillos, pudiendo observar cómo cortan pequeños fragmentos de queso o de jamón con sus fuertes mandíbulas en unos segundos. Nunca hemos sido más cuidadosos que hoy al comer puesto que el tragar un bocado con una avispa podría suponer una grave situación que podría llegar a ser fatal si nos picara en la garganta con su aguijón.


El bocadillo que comparto con las avispas.

Corto algunas ramas de adelfas que reparto entre algunas compañeras que no dejan de correr y de manotear, llenas de pánico, perseguidas por las avispas. El resto del grupo reímos sin parar.

Al fin, después de todas estas aventuras y desventuras, nos encontramos de nuevo en el Pozo Batán. Algunos de nosotros, los más jóvenes, y, otros, los más traviesos como Eduardo, se suben a lo alto del muro del antiguo molino y se tiran al agua, una y otra vez. La alberca tiene una profundidad de alrededor de 6 ms. El agua está fresca y clara.


En el Pozo Batán.


El salto de Eduardo desde unos 4 ms de altura.


El salto de Jose, el benjamín del grupo.

El regreso desde el Pozo Batán lo hacemos por la acequia, pasando por túneles formados por cañaveras e higueras.


Por la acequia del Río Higuerón.



La ruta seguida por el Río Higuerón.



Track de la ruta por el Río Higuerón.


Perfil de la ruta:

-Distancia total recorrida: 22.300 metros.

-Desnivel acumulado: 350 metros.
-Tiempo total: 8 horas y 30 minutos.
(El tiempo es muy relativo al depender del número de miembros del grupo, el ritmo de la marcha y las paradas que se hagan para descansar, comer, hacer fotografías o contemplar el paisaje).
-Dificultad: baja (sólo es necesario extremar las precauciones en la zona de las cascadas).

Un consejo final: llevar calzado que se pueda mojar y que tenga suela dura (botas de trekking, sandalias técnicas para agua, deportivos...).



miércoles, 15 de septiembre de 2010

Regreso a la Cueva del Lobo Marino. 9 de septiembre de 2010.



Comentarios: Antonio Arana.

Fotografías: Antonio, Eduardo y Alejandro.

El día 9 de septiembre nos quedamos con las ganas de explorar el pasillo submarino que creemos comunica el interior de la cueva del Lobo Marino con el mar abierto. No quisimos arriesgarnos aquel día al no llevar equipo de buceo, a pesar de que el agua estaba transparente.

Por dicho motivo regresamos hoy con todo un submarinista experto en inmersiones: Eduardo. Si bien, hoy podemos apreciar mayor oleaje y un mar de aguas muy turbias.


El eterno punto de encuentro: aparcamiento del hospital de la Axarquía.

Nos dirigimos hacia la Playa de Burriana donde aparcamos los coches temprano, sin ningún problema.


Playa de Burriana.

Iniciamos el camino por una vereda hacia los Acantilados de Nerja, al este de la Playa de Burriana. Eduardo lo hace con equipo de buceo bordeándolos por mar, acompañado por Silvia. Ellos llegan un poco antes que nosotros inspeccionando desde el agua la entrada a la cueva y dándonos dos noticias un tanto negativas: el agua está completamente turbia y, además, la marea está baja y el acceso a la cueva es muy complicado.


Silvia y Eduardo frente a la entrada de la Cueva del Lobo Marino.

Yo también les doy una noticia negativa: la cuerda que había en el acantilado hace 4 días ya no está, por lo que hay que saltar unos 3 metros. En el grupo vienen dos montañeros de secano, de Córdoba: Alejandro y Adolfo. La noticia de la ausencia de la cuerda no les ha gustado nada y miran el agua con verdadero pánico.


Las dudas de "los Cordobeses".

"Lute" es el primero en dar ejemplo y, sin pensárselo, da el salto. Previamente le dije a Eduardo que se acercara al acantilado para que localizara el lugar donde debemos entrar al agua porque hay una plataforma rocosa alrededor del mismo, sumergida, que hoy no podemos ver.

Detrás de él vamos saltando todos, uno tras otro. Adolfo prefiere regresar a una pequeña cala a 100 ms de distancia y llegar a la cueva a nado. Eduardo nos dice que el agua está helada. Hace fotos con su cámara submarina pero algo en ella falla y las fotografías salen de color rojizo.


Acantilado.


Eduardo fotografiando los saltos.


El salto de "Lute".


Virginia.


Paloma en un salto que pone los pelos de punta.


El baile aéreo de Pedro.


El salto atlético de Fernando.

Algunos no tenemos suerte y entramos en el agua antes de que Eduardo pueda disparar la cámara. Y no es cuestión ahora de volver a repetir el salto.

Una vez todos en el agua, valoramos objetivamente la advertencia de Eduardo en relación con la marea baja y la dificultad para acceder a la cueva. No sé de qué manera "Lute" ha podido ascender a ella y con su fortaleza natural nos va ayudando a todos a subir. Acaba con calambres en las pantorrillas del sobreesfuerzo.


¡Ayuda...!


"Lute" subiendo a Eduardo.


¡Y a mí quién me ayuda...!

Una vez dentro de la primera sala, encendemos los frontales que sacamos del bote estanco y comenzamos el recorrido por las distintas galerías de la cueva.


Con el equipo de buceo y el foco submarino preparado.

Tras un serpenteante recorrido llegamos al final de la cueva: la preciosa playa subterránea que se hunde en las entrañas del mar a través de un pasillo que Eduardo va a explorar para ver si tiene salida al mar abierto. Nos hacemos unas cuantas fotografías en la playa y aseguramos a Eduardo con una cuerda porque va a entrar solo en el pasillo submarino.


Playa subterránea.

Se introduce en el agua sin la botella para inspeccionar el pasillo. Poco después sale refiriendo que no se ve absolutamente nada; apenas un lejano reflejo luminoso sin saber a qué distancia se encuentra. Eduardo quiere colocarse el equipo con la botella, a pesar de todo, para acercarse a la "luz" pero le quitamos la idea de la cabeza. El sentido común en montañismo, espeleología y, sobretodo, en submarinismo, dice que al menos deben ir dos compañeros y no hacer nunca esas actividades en solitario (a veces, nos hemos pasado el sentido común por los forros...).


A punto de introducirse en el pasillo submarino.


Pasillo submarino.

Decidimos dejar la exploración para una mejor ocasión, cuando el mar presente buenas condiciones de calma y claridad.

Alejandro comienza a decir que tiene hambre y todos empezamos a notar en el estómago "el gusanillo", así que regresamos a la entrada de la cueva para nadar hacia la cala que hay al este de la Playa de Burriana, dispuestos a comernos una paella en algún chiringuito.


Entrada de la cueva.


Preparándome para saltar al agua.


Eduardo.

Almorzamos en un chiringuito en la Playa de Burriana y, por supuesto, comemos paella.


La paella.


En el chiringuito.

Tras el almuerzo, vemos un precioso deportivo de color gris plata expuesto en un pub. Fernando rápidamente se adueña de él.


El deportivo de Fernando.


Pensando en la próxima ruta...

...¡Los Cahorros y cascadas del Río Higuerón...!